Tolerancia = Sorpresa + Espejo
Esta fórmula tiene algo de sencillo, especialmente si hemos recorrido años en el arte de vivir. Incluso puede parecernos obvia. La tolerancia en su máxima expresión, en un entorno laboral maduro, abarca dos aspectos principales: aceptar la diversidad y reconocer la fragilidad humana. En un sentido profundo y realista, la tolerancia significa principalmente “sorpresa”, alegría por lo nuevo, lo diverso y lo diferente. A veces, lo que no es como yo, lo que es “diferente de mí”, puede ser impactante (sesgo de confirmación contrario).
Es el precio de abrir el corazón a la realidad (una solicitud hecha por Ortega y Gasset a los argentinos), al otro, a la amplitud. La organización o persona que no puede soportar lo diferente termina encerrándose en su estrechez de miras, perdiendo así la creatividad y la innovación. Lo diferente nos sorprende, desafía, enriquece y desconcierta, pero es en esa sorpresa donde radica la esencia de la tolerancia. En última instancia, la intolerancia es la expresión de una profunda impaciencia; aprender a tolerar la diversidad es un acto de paciencia y comprensión. Esto es lo que John Locke anticipó en su “Carta sobre la tolerancia”.
En segundo lugar, la tolerancia implica abrir el corazón a la fragilidad humana, a los defectos que tengo y que tenemos, a nuestros vicios, nuestras deslealtades. Algunas personas se vuelven muy exigentes, muy puristas, cátaros o jacobinos, y quieren cortar cabezas apenas encuentran un defecto. Pero todos tenemos defectos; podríamos decir que la miseria humana se ha distribuido de manera bastante equitativa en este mundo, no solo la inteligencia. De ahí la importancia de la presencia del “espejo” en la fórmula inicial, del autoconocimiento.
Tomás Moro dice que aquellos que no se toman demasiado en serio, que se ríen de sí mismos, nunca les faltará motivo para sonreír. Hay muchas debilidades, y no es fácil ver la realidad tal como es. Quienes viven de manera realista tienen que ver sus propios defectos, los de su pareja, los de su mejor amigo, los de sus colegas, y no deberían temer que la gente les falle a veces, porque ellos mismos también fallan a veces.
En última instancia, la tolerancia no implica justificar malas acciones, sino reconocer la complejidad de la condición humana y trabajar juntos para superar las dificultades.